domingo, 4 de septiembre de 2011

EL DESVÁN.







Creo que ha llegado el momento de subir al desván, hace mucho tiempo que no subo y ya necesita una buena limpieza.
Durante la vida, acumulamos cosas, cosas que muchas veces las guardamos y lo único que hacen es ocupar sitio, un sitio que puede ser ocupado por cosas mucho más importantes y beneficiosas.


Comienzo abriendo cajas, llenas de polvo y apiladas. Cajas llenas de sentimientos olvidados, palabras, emociones y muchas veces lágrimas.Las abro una a una y las voy sacando para tirarlas.
Algunas de ellas, aún están recientes, me cuesta trabajo deshacerme de ellas, pero...debo sacarlas de allí cuanto antes, no merece la pena seguir guardándolas y las digo ADIÓS!
Todos aquellos trajes con los cuales me vestí otrora, también van desapareciendo uno a uno, ya no necesito vestirme con ellos, ahora mi cuerpo, mi mente y mi alma no necesitan ropajes, soy cono soy. Solo aquel que me mire con los ojos del alma podrá ver a la verdadera mujer.
Las caretas acumuladas durante años, caretas de sentimientos ocultos, de situaciones complicadas en las cuales mi verdadero yo no aparecía, esas desaparecen para dejar paso al verdadero rostro. Ya no existe el fingir, ya no quiero ocultar. Soy libre de expresar, sentir, caminar al lado de las personas con las cuales no deba esconderme. 


El ejercicio de limpiar el desván a veces es duro, pero si queremos seguir adelante debemos caminar sin lastre. Dejando siempre huecos para lo nuevo y manteniendo el lugar limpio y con las ventanas abiertas para que entre la luz.


No quiero ser la persona atada al pasado, no quiero ser la persona que espera algo que nunca puede llegar. Quiero vivir el presente sin ropajes ni ambages, soy yo, tal cual. No quiero amar acotando, quiero amar con la libertad que da ese sentimiento y sin esconder ni fingir lo que siento.











Volver a nacer con lo que he aprendido, pero no guardado.